Quizás hayas oído hablar que existen diferentes escuelas pianísticas. La escuela rusa y la francesa son las escuelas pianísticas que más predominaron en el siglo XX, las que dejaron un legado de pedagogos que finalmente han esparcido sus conocimientos y su manera de enseñar por todo el planeta.
Los Maestros más reconocidos de estas escuelas pianísticas
Maestros como Monique Dechausseés, Heinrich Neuhaus o Jakob Flier representan estas fuentes pedagógicas dejando un gran número de discípulos que continuaron con su labor, transformando esa pedagogía y mejorándola con cada generación.
Podría decir que yo tuve la suerte de tener a profesores de estas dos escuelas, pero en realidad no fue suerte. Fue determinación y búsqueda. Determinación por encontrar una manera exigente de enseñar y búsqueda del profesor que me supiese guiar (y que yo le dejase hacerlo, que era bastante rebelde en lo que a profesores se refiere).
Y después de formarme con profesores de las dos escuelas (si quieres profundizar algo más sobre esto puedes ir al apartado “sobre mí”), llegué a la conclusión de que para mí, finalmente existe una única escuela, la de la comodidad.
Comodidad al tocar, naturalidad para expresar. No creo que las dos escuelas sean tan diferentes, al fin y al cabo. La rusa me pareció más general en los conceptos, la francesa más detallada en los movimientos. En mi caso, he sumado las dos escuelas. Y me he quedado solamente con aquello que me ayuda a tocar de una manera fluida, natural, cómoda… y sobretodo musical.
Y partiendo de ahí, decidí fundar la Escuela Pianística Consciente, una escuela donde caben todas, porque el objetivo de esta escuela es ampliar conocimientos y mejorar sobretodo tu proceso de aprendizaje con el piano.
Para mí la música es un medio importante hacia la satisfacción personal y la felicidad. Y así creo que debemos sentirlo. Y esa felicidad no debe estar sólo cuando ya sabemos tocar la pieza, sino durante todo el proceso de aprendizaje. Alegrándonos por los progresos. Motivándonos con los retos. Sea cual sea nuestro nivel. Porque pienso que toda escuela de calidad, a parte de los conocimientos que te aporte, debe ser una fuente de satisfacción, motivación y felicidad para cada uno de sus alumnos. Y la pianística, también.